Reviews by Pacifista O

Cuando uno mira Once Upon a Time in Hollywood encuentra mucho de lo que esperaría de una película de Tarantino: Extensos diálogos de comportamiento que hacen que los personajes se sientan muy humanos apoyados por actores carismáticos, un ritmo lento con el que la tensión se mantiene en constante aumento, y violencia gráfica exagerada de la que nunca llegas a aburrirte.
En este caso nos ubicamos en el Hollywood de los 60's, en un contexto histórico muy particular, y al introducir sus personajes ficticios justifica con el efecto mariposa la modificación de los eventos reales.
La historia principal se centra en un actor de western clásico que busca revitalizar su carrera, con miedo a estancarse en un mismo papel como es común en muchos actores. Paralelamente conocemos a Sharon Tate; la película asume que el espectador promedio conoce la historia de su asesinato, y por ello juega con nuestras expectativas a lo largo de toda la película presentándonos uno a uno a los participantes del suceso.
Mientras el personaje de Dicaprio supera sus conflictos internos para redescubrir al héroe de acción que representa en pantalla, el personaje de Brad Pitt, quien queda implícito mató a su esposa, está ocupado siendo un héroe de acción en la vida real, persiste como un ideal estoico que sabe lo que quiere y pierde el tiempo siendo una herramienta para introducirnos a nuevos personajes.
El contraste entre una divertida historia psicosocial llena de referencias al cine de la época y una aventura secundaria que progresivamente construye tensión para siempre dejarte con ganas de más, a la vez que intenta hacernos simpatizar con la esposa del director judío, resulta en un ritmo inusualmente lento por la alternancia entre peripecias mayormente inconexas entre ellas, por lo que se exige del público un nivel inusual de paciencia, incluso para estándares de Tarantino, por más divertidas que algunas de esas peripecias lleguen a ser. A la narrativa la beneficia la constante iluminación cálida y la saturación de colores más homogénea que en anteriores películas de Tarantino y Robert Richardson, con lo cual la película mantiene un tono bastante ameno, como si de un anuncio de café se tratase. Y es esta ambientación de lo que derivan mis principales problemas con la película.
Con esta obra Tarantino hizo un homenaje a Hollywood, el entorno de la historia es romantizado y naturalizado en función de que el espectador lo acepte con comodidad. Pero Tarantino no homenagea el cine como lo hace por ejemplo, Cinema Paradiso, como un medio de unificación del pueblo y proyección de ideales para la juventud; sino que romantiza la decadencia de la que Hollywood es representante:
Un hombre que asesinó a su esposa anda libre y no tiene que pagar ninguna consecuencia, persistiendo como un ideal de masculinidad por siempre salirse con la suya. Y con ese mismo asesino el consumo de drogas es convertido en algo divertido y nada perjudicial. Y hasta puede decirse que se honra la capacidad del cine para reescribir la historia y finalmente convertir la ficción en realidad. Pero lo más descarado ha de ser la sexualización de los personajes, con culos y sus pies mugrientos cubriendo medio encuadre durante planos extensos, incluso si el personaje es menor de edad. Todo esto, sumado a las múltiples referencias a la filmografía de Tarantino, hace imposible separar a la obra del artista, y la película se hace una expresión de los gustos excéntricos de un pedófilo con fetiche de pies romantizando la industria en la que vive.
Esto último se hace evidente en el acto final, cuando aparece un grupo con críticas negativas a la industria hollywoodense, pero en lugar de enfrentar esas críticas a los anti-valores defendidos por Tarantino, la película desecha cualquier oportunidad para que los personajes tengan una catarsis real en su desarrollo para humillar de manera desmesurada a los personajes cuyas perspectivas Tarantino desprecia; escondiendo las críticas debajo de la alfombra y queriendo que mires en la dirección contraria. Tan acelerada conclusión, en la que el personaje formado por la agenda anti-blanca de Hollywood tiene que ser asimilado por el protagonista para defender su casa, resulta muy insatisfactorio para las anteriores 2 horas y media de historia.
Las últimas películas del director pueden ser resumidas como una excusa para proyectar sus sueños húmedos en el pasado por medio de sus personajes, sea acabando con el Tercer Reich, burlándose de los esclavistas americanos, o humillando a los Confederados, y esta vez les toca a los aceleracionistas del Clan Manson, siempre asegurándose de que el público se caiga de la risa y no le importe la infantil parcialidad de la historia. Y aunque no llega a ser tan ridículo como en Inglorious Basterds, me parece imposible no condenar una película que resulta en tal defensa de la industria más degenerada del mundo y una celebración de su efecto transformador en la sociedad.